Marcela Miranda Rodríguez

Carta de Amor

La fragancia de la húmeda tierra

después de una tarde de intensa lluvia

impregna mis sentidos. 

 

Deseo estar a tu lado,

con mis manos acariciar tu cabello 

y juntar mis labios con los tuyos. 

Y pienso en ti,

y, de repente, 

ya no puedo dormir. 

 

Amo tu mirada,

aquella que escondes bajo esos grandes anteojos

y un mechón de cabello. 

 

Deseo abrazarte,

apreciar juntos esta nublada noche de Julio,

y apoyarme en tu pecho, sintiendo tus latidos. 

Y pienso en ti,

y, de repente,

contar ovejas no es suficiente. 

 

Amo tu voz, 

suave y ronca a la vez,

con un leve tono gangoso causado por la gripe. 

 

Deseo observarte, 

susurrarte cuánto te he esperado,

mientras tú duermes a mi lado. 

Y pienso en ti,

y, de repente,

el efecto del clonazepam no es suficiente. 

 

Amo tu risa, 

esa risa nerviosa y, a veces, burlona, 

que alegra mis días y completa mis noches. 

 

Deseo amarte,

expresarte todo mi afecto y detener el tiempo,

mientras el mundo continúa a nuestro alrededor. 

Y pienso en ti,

y, de repente,

te conviertes en mi insomnio favorito.