Inefable mirada,
de café y negro pintada,
sólo con el Sol comparada,
reflejo de una bella alma.
Esa mirada inexpresiva,
que a veces parece que grita,
que mi ser, tras sus rejas, cautiva:
cárcel eterna para el alma mía.
Mirada, sincera mirada,
que a veces habla, que tanto calla,
que muestra querer ser amada,
que temer ser rechazada.
¡Ah, sabia mirada!
que quiere decir lo que piensa,
poder proclamar sus ideas
sin temor a ser reprochada.
Divina mirada
que pureza, por doquier, emana;
mirada angelical y santa,
que a gritos pide ser salvada
de esta sociedad malvada.
¡Oh, dulce mirada!
que cautivas a quien te detalla,
que, con solo verte, belleza derramas,
que mi alma tienes atrapada.