Ana Víquez

Niña

Palomita inquieta ¿cuál es tu desdén? Alas sin  aceite, atizada por el agua tu casita.

Ahí, tibio el corazón, vigila cómo se apacigua el fuego.

Sin ganas de madera ni calor. Sin ganas de arrullo ni de flores a color.

Te preside el miedo, quien ordena a la zozobra empezar su procesión y en ella frío el embustero da muerte a la razón. 

Baja ya de ahí, pálida niña inmersa en el silbido, canta sentadita a la orilla de tu cama.

Pues quietecita queda al alma el sonar la melodía, y tus húmedas manitas que no entienden por qué brincan y por qué siempre están frías.

¡Vamos, corre, corre bien ligera! Busca el tiempo,  ese que no vuelve y tampoco espera!