La casa
se ha silenciado.
Todos se han ido.
Tomé
mi viejo cuaderno
y me senté a conversar
con tu soledad.
Esta vida vacía,
¿a dónde nos lleva?
Me quedé en la espera,
con tu soledad que es la mía.
Los hijos no están.
Esta noche salieron
a encender
los fuegos artificiales
de su juventud.
Tú y yo
más ausentes que nunca,
nos hemos detenido
a contemplar la vida
que se nos fue.
Pero mira
hacia la luz:
A lo lejos,
alguien viene
subiendo
una cuesta muy larga.
Alguien
que tiene tu nombre
abrirá las puertas
silenciadas.
Y brotarán
las risas apagadas.
A lo lejos
alguien viene cantando.
¿Cómo no reconocer
tu voz que vuelve?
Nuestra casa
está escondida
bajo un ficus inmenso;
y tus pasos
no la olvidaron.
A lo lejos,
alguien vuelve
y abrirá las ventanas
que ocultaron
nuestras voces.
Y el árbol
volverá a ser árbol;
y el agua sonará
como el aleteo de las aves.
A lo lejos
alguien vuelve
ceñido de abrazos,
y traerá consigo
flores en la mirada.
Ingrid Zetterberg
Dedicado a mi amado esposo
De mi poemario:
\"El canto de la tórtola\"
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