Mi alma...
se vence de cariño,
en pálida...
y homérica tristeza,
licuada...
se vierte de amapola,
de beso...
y angustia deshojada,
es el cáliz...
eterno
de la aurora,
herida...
desnuda y desplazada,
se anuda...
de rosa misteriosa,
zaherida...
por el filo
de su espada.