El viento encumbra nuestro grito y nuestros puños
por los niños palestinos sepultados bajo sepulcros de oprobio,
nuestra garganta teje palabras que se vuelven uñas
para desgarrar las neuronas de los cerebros imperiales
un megáfono cósmico para destapar los oídos
< están sordos los Inquisidores >
La luz de la alborada trae niños y delfines muertos
vientres desesperados del hambre
entre mendrugos de pan iluminados por relámpagos de guerra
En la esfera donde descansan los cuerpos exterminados
oscuros instintos embalsaman los claveles
salinas tumbas prematuras que la barbarie crucifica
/ crímenes inexcusables inscritos en los anales de la infamia /
Niños cuyo único tesoro son las cometas arrancadas al miedo,
niños que apenas sospechan que tienen patria y bandera
y que están obligados a llevar su cuerpo lejos de las ofensas
- que de tanto dormir con la muerte sienten la eternidad en su lecho
implorando de rodillas frente a un dios cobarde que usurpa sus sueños -
De los pasos de los niños palestinos por la tierra bendecida
no existen imágenes que estén proscritas,
sólo sus gráciles cuerpos
donde los misiles tocan las puertas
La historia palestina es un tenebroso relato de amor degollado
frente a las pupilas del levante mediterráneo
pero la claridad, entre encendidos estertores de sol,
pronto alumbrará rostros de niños floreciendo en el campo