Tarde gris y mutilada
entre remembranzas
de mármol blanco
e inmutable.
Verano quejumbroso
del hemisferio Sur.
Asida a la pluma,
sin ansias ni letargo,
mis manos tiemblan,
mientras
escribo estos versos
tristes
e imborrables...
Acudo a la Primicia
de mis Muertos,
a la de mi padre,
tan manso, gentil y silencioso
obnubilada su mente
por la filosofía de
Heráclito;
tanto frenesí
quebró por doce largos
meses
su mente...
Recuerdos mustios
y yertos
pero vividos y
aún empapados
de belleza...