Fue una tarde cuando comencé a pensarte,
lentamente, tan sublime tu alma.
Viajé buscando amarte,
viajé y viajé…
sin saber que de tanto viajar,
a mis sueños debí de llegar.
Y ahí estabas tú,
con tus ojos bonitos y felices,
y ahí estaba yo,
decadente con felicidad.
Y ahí estábamos,
en la oniria realista,
solos tu y yo.
Me repito tu nombre
mil veces en la mañana
y mil veces en la noche,
todo con tal de recordarte
más que a mi existencia.
Vagué y vagué,
pero estabas lejos,
pero te sentía cerca
como el latido de tu corazón
en mi pecho.
Y llegué a preguntarme
¿Cuanto duraría esta oniria sin ti?
mientras las memorias
seguían pidiéndome a gritos
el color y sabor de tu piel
gritando mil veces tu nombre
para no despertar jamás.
A n g e l a C a v a l c a n t i