Me duele el corazón de tanto amarte,
de amarte con el alma en carne viva,
sintiendo la navaja de tu ausencia
clavarse en lo más hondo de mi herida.
Me duele tu dolor hasta cegarme,
me duele, dulce esposa, hasta la vida,
respiro en el vacío de mi pena
y vivo sin vivir, día tras día.
Me duele tu silencio dolorido,
me duele la tristeza en tu mirada,
el mar de dudas en el que zozobras,
el sueño que te huye y se te escapa.
Te arrancaré de este valle de tinieblas
y en un vuelo te llevaré conmigo
a ese mundo de amor y dulces sueños,
aunque ahora parezca ya perdido.
Volverán a brillar en ti mis ojos
y mi voz cantará cada mañana
y tu risa será como la aurora
despertando mi amor de madrugada.