Ya tengo veinticinco años cumplidos.
Sé que no llegaré a los cien.
Además, ¿quién quiere vivir tanto?
A veces siento que me queda poco tiempo
para hacer tantas cosas:
vivir mis sueños con plena felicidad,
tener viajes épicos para recordar en
un futuro incierto mis momentos felices,
descubrir cosas que me acerquen cada
vez más a la verdad…
Sólo soy un mortal ávido de pasión;
pues amo profundamente la vida
y el amor. Sentirme vivo
es un acto sublime,
una dicha cierta,
un hálito
único.