Ingrid Zetterberg B.

CUANDO UN ÁRBOL PERECE

 

Cuando un árbol muere

se ausentan melodías;

se esconden los ecos del otoño

en hojas pardas desvaídas.

 

Cuando un árbol es arrancado

por manos ruines;

se apagan los cantares del alba

y aparcan en el sendero

sentimientos viles.

 

No destruyas, oh, hombre

el asidero de las aves;

no derrumbes la esperanza

del poeta, que vislumbra

en la copa de una acacia

el verso que aflora, y tú no sabes.

 

Cuando un árbol perece,

los nidos que albergaba

se estremecen en una lenta muerte.

Y sopla la brisa leve

sobre sus hojas que desmayan.

 

Oh, anciano jardinero

detén el hacha de tus manos,

y piensa por un instante

en el sabio silencio del árbol;

 

que te implora en el susurro

de sus verdores

que lo dejes vivir a la orilla del camino,

para mostrarte apacible y manso

el encanto de sus flores.

 

 

Ingrid Zetterberg

 

De mi Libro: 

\"Por los bosques del silencio\"

 

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