Alcohol 2:
El alcohol indaga en sus recuerdos
más afables sin remedio,
y, sin paciencia, fabrica el sudor
con el que uno limpia su pupila pasada.
Y gime y llora y no sabe qué decir,
mas burla demoníacamente entre las venas,
y mata lento a cada piel que se expone
a esta luna intermitente y pura.
Y las bocas ríen sin saber
que aquella luz superficialmente termina
en la sangre de quienes la guerra
quiso arrancar por brazo y medio.
Mas la comprensión aún vive,
y la libertad se esposa a cada mano,
que palpitante, para cerca del labio
de azúcar tan blanco como el primer copo de nieve que se cierne sobre la ventana.
Y si, corazón, silencio, aún seguís ahí,
lanzad un rayo que resplandezca de color
para tapar el semblante de la monotonía
que invade cada ventanal gris sin sombra.
Y qué si estos versos ya no poseen sentido,
a veces de las carencias se vive la posesión,
y, al fin y al cabo, no recuerdo la primera palabra
de esta agradable canción.
O poesía.
Y así, el alcohol se absorbe
a sí mismo sin compasión.
Que del alma ya no hablo.
El alma ya murió.
Y aquí, en la noche oscura, admiro las palabras
que ahora terminan con un rosal en mi corazón.
-ams