Sami Härkönen

Amélie

Recuerdo la primera vez que te vi,
tu venias hacia mi caminando y yo sentado.
Y cuando el tiempo pasó, bebí de ti,
hacíamos el amor una y otra vez sin pensarlo
hasta que un día algo murió y cambió.

Quiero que regreses, Amélie
mis brazos te siguen esperando,
mis besos aun te extrañan
cuando la vela está a punto de extinguir.

En ese almuerzo supe que deseabas de mi lado ir,
te conozco tan bien que no podrías mentirme,
sé que te gusta otra persona, pero no quiero dejarte huir,
tus ojos ya no brillan como el primer día,
pero si lo puedo ver cuando él te llama silenciosamente.

Y aquí estoy, acariciando tu rostro
mientras te deslizas por el edredón
en busca de tus besos, si, solo te pertenecen a ti;
dibujo tu cintura bajo fogatas de amor
diciéndote lo mucho que te quiero, dulce corazón.

Quédate conmigo, Amélie
no sabes lo bien que se siente abrazarte
en una noche donde la luna ilumina tu rostro
mientras te quedas dormida en mis brazos.

Me enamoraría por ti, amaría por ti,
me hundiría por ti, olvidaría al mundo por ti
si tan solo me quisieras como lo quieres a él.

Mientras te veo empacar tus cosas, con lágrimas en los ojos
me dices; \"No llores, simplemente no podemos estar juntos\"
y todo el amor que nos teníamos terminó convirtiendose
en un arma a punto de matarnos...

Recuerdo las paredes donde solíamos dibujar
mano con mano, abrazo con abrazo,
fluía el rojo de nuestro amor,
ahora, perplejo me quedo mirando el rojo de la sangre
esparcida por toda nuestra habitación;
nuestros dibujos, teñidos de carmesí, teñido de tu pseudo-amor.

De rodillas en el piso, junto a tu cadáver ensangrentado
la pistola no deja de hablarme, de incitarme
mientras esa sonrisa demencial aparece en mi cara,
solo tenia lágrimas para ti, para rogarte que no te fueras,
y ahora, no me queda ninguna, quizá el corazón lo haga,
yo solo quería que nos fuéramos de aquí, fugarnos,
escondidos y juntos, pero ya no tiene sentido decirte esto
si estas inerte, llena de raíces carmesí, floreciendo en el lamento de otro.

De repente llega un mensaje a tu télefono,
era él diciendo: \"Te espero afuera, amor\".
Consumido en el odio, le respondo: \"No irá a ningún lado\".
Se que vendrá la policía, aunque el fin ya sucedió,
no tengo nada que perder.
Cuando dispongo a poner la pistola en mi boca,
con llanto amargo, de ese que no se disfruta,
de ese que no se puede sufrir con amor;
ella comienza a moverse con lo ultimo que le queda de vida,
y me dice: \"Yo te amaba incluso más que a el, y lo haré a pesar de todo\".

En ese momento, ella deja de existir;
estático en la locura al escuchar eso,
de mis ojos comienzan a salir lágrimas,
fue el detonante y el gatillante de todo;
de repente alguien entra al departamento,
creo que era él, recuerdo su cara de muerto al ver aquella escena.
Solo fue fácil,
accioné el gatillo en mi boca, antes de que él me detuviera
y todo se tornó negro.
Ahí comprendí lo de irnos de aquí, de fugarnos.
Pude estar con ella a pesar de lo que hice
para siempre, y por siempre,
nos fuimos sin nadie que pudiera impedirlo.

 

 

A n g e l a  C a v a l c a n t i