Extrañezas y coincidencias,
todo en el umbral de una verdad,
lamentaciones y silencios,
la pasividad como entrega,
la agresión como regalo,
los momentos más tristes,
vienen también de la misma persona,
esa que te trae grandes alegrías,
no todo es de colores vivo u obscuros,
cuando el sufrimiento se apodera de las palabras,
no se prende el foco,
se apaga para vagar entre sombras,
fallidas y soñolientas caminatas,
desesperación en el tono de voz,
veloces formas de juzgar,
cuando todo termina,
¿Por qué altaneramente crees que fue culpa de la otra persona?
la preocupación por tí mismo,
aisla cualquier sentir por el otro,
no interesa ni interviene cualquier sentido de humanidad,
ahora y ayer...
tiempos que no son,
que ya fueron,
lastimosamente no te preguntes ¿cómo acabó?,
detente y mira todo aquello que ha dolido,
carcomiéndose las esperanzas,
y ese absurdo sentir de desolación,
fragmentos de mí te los llevas,
con saña se despojan de mi alma,
para convertirse en heridas abiertas...
heridas...
póstulas infectadas...
deseos esfumados...
lágrimas sin parar...
no hay más boomerang,
se incendia la casa... se incendia el hogar,
atrás... todo atrás...
heridas que queman...
para apagarlas toda una vida.