Mi mano escribe
para detener el tiempo,
para llenar de azul el gris,
y rescatarme del tedio
de vivir por vivir...
Mi mano, independiente,
no soporta, en las caras,
las falsas sonrisas,
ni las palabras que tanto
vuelvo y vuelvo a escuchar.
Mi mano herida
cuando se gasta la tinta,
la sangre de musa
que derrama con la pluma
sobre el papel
en juegos de palabras
carentes de sentido
para el que ve
y no sabe mirar.
Mi mano desgastada
de pisar el asfaltado papel,
de caminar cuesta arriba
los renglones de la soledad,
de cazar versos monumentales
que no se dejan domar.
Y la razón, obsoleta ante mi mano
que no quiere parar
de gritarle a la cara
que antes que vivir
tranquilo entre la clandestinidad
de ser un pez en mi pecera,
prefiero morir contracorriente
como un salmón luchando afuera.
¿que más dá si el viento
sopla tres notas y canta
lo que florece en mi desierto?
¿que alguien acune en su pensamiento
lo que se fuga mi?
Sea o no sea mi mano no deja
de escribir y escribir.