Ana Víquez

Tu mano almirante

De noche recuerdo tu mano almirante, que navegante en mi cuerpo mi atención rodea.

Yo, sin dar tregua, me lanzo en deseo, sobre tu brújula urente y apartando la brea. 

Tú, fiel nauta de mis aguas saladas, que tornan en dulces cuando tu boca las prueba.


Labios tuyos que tormentas provocan en agitadas peleas, cuando asciendes y bajas de vehemente marea.

Cuando la Luna toda se digna a salir, acrecenta soberbia de salada matriz, que tu cuerpo reclama y hace vivir proceloso diluvio color frenesí.


Pasados días y noches tu naufragante cuerpo la Tierra desea y celosa reclama tu peso en Su arena.

Tú, ser pensante, decide qué acción concretar, si te quedas respiras, si te vas te ahogarás.