Oscar Perdomo Marin
Soneto a la vleja Parca
Hay una maldición inexorable
que no respeta hacienda ni corona.
Es irónica y cruel, siempre burlona
arriba de improviso, es implacable.
Nadie puede evitar a la inmutable,
aunque ruegues ¡Por Dios! Jamás te dona
un minuto demás, nunca perdona
si eres tonto, procaz, bobo o culpable.
No intentes, infeliz, saltar la charca
o servil adulante sobornarla
para que no te atrape su guadaña.
Ella te esperará, tendrás que amarla
y esa será tu silenciosa hazaña
Con tu último amor: la vieja Parca.