TxusDuarte

RedenciĆ³n

Envidio, a veces, a los escritores de antaño

golpeando las teclas de una máquina de escribir

para imprimir sus sueños en una hoja blanca

y desarrollar las historias que te formaron

educaron y te llevaron tan lejos

como profunda es tu alma

La hoja en blanco, provocándote

la cruel mecánica imperfecta de los golpes

vertiendo en tinta sueños, deseos, ambiciones

lágrimas, caricias y perdones


La soledad en tu hombro susurrando palabras

vertiendo el alma en tus párrafos

infinitos de visiones y esperanzas

ajeno al tiempo mientras desangrabas

las razones de tu temporal irrealidad

Eludiendo los callejones sin salida de personajes

huecos, de historias vanas, de deseadas muertes

de misterios inanes


Cabalgando palabras, siempre palabras

salvajes e iracundas, libres hasta que tu lazo

la amansa y domestica, para rellenar los cuerpos

y almas de quien ignoras su destino

Veo el vaso convertido en accidental pecera

donde nadan las colillas

y un cigarro apurándose en el cenicero

mientras el ritmo frenético se apodera

de la habitación y se hace música

para empujar tus dedos

Magia temporal que, de pronto,

se convierte en rabia destructora

que arranca el papel y lo destroza

para rebosar la papelera hambrienta

de tu desilusión


Envidio, a veces, a los escritores de antaño

y sin embargo

a medida que escribo se desvanece

la romántica visión de su martirio

y se convierte en alivio o empatía

porque mis ganas son las mismas

y mi proceder similar

y sigue siendo imposible no sufrir en la creación

en este parto mental que supone

organizar las precisas estructuras

que convoquen a tu espíritu

al ritual de la lectura

que te atrapen en estas líneas

con la esperanza de arrancar

tu sonrisa, tus lágrimas

o quizá provocarte

para que también expreses tu verdad

y llenes el mundo de mares de tinta

encuadernados o dispersos

y consigas entender que lo que piensas

es razón bastante

para ser expresado


Redención,

si te detienes porque otros lo han hecho antes

que tu

No has entendido que tu,

tu

eres

diferente

y lo harás diferente

y si no empiezas

nunca envidiarás a los escritores de antaño

y nunca serás feliz

aunque a nadie le importe

Porque nadie más que tu podrá

redimirte

del pecado original que no cometiste


de la marca de Caín

con la que un Dios airado

marcó tu estirpe independiente