Aquel día que noté como mis pulmones se cerraban con pestillo, aquel día entendí que para correr primero tenía que coger aire, que respirar sería mi primera opción.
Aquel día que sentía como me hundía, sólo aquel día supe que hundirse no era una opcion si podía bucear. En ese mismo momento que vi por la mirilla la oscura belleza del fondo supe que, aún tocándolo podía apreciar todo lo que me perdía buscando alcanzar quimeras.
Fue ese instante de miedo que me hizo coger impulso, sabiendo que se reinventaría de mil formas, y que eso sólo me haría cada vez más fuerte.