¡LÚCIDA CARROZA!
Hexadecasílabos
A profundas oquedades ha descendido el poeta
luciendo una triste faz, macilento y humillado;
y en el recio itinerario por el crisol ha pasado:
¡Con un acopio de bártulos que le rezagan la meta!
Las gentes le miran raro creyéndole hazmerreír,
pero en acicate torna la desventurada suerte;
sabiendo que en su carrera no lo asusta ni la muerte:
¡Pues por compañera fiel la acepta en su devenir!
debe admitir, la exigencia, de su profesión en cruda,
pero así cientos de flechas quieran clavarse en su pecho
continuará la andadura, siempre enhiesto y muy derecho:
¡Teniendo a todas las musas dispuestas a darle ayuda!
Como el minero en las rocas, hiende el cincel con porfía
durante exhaustas jornadas, tras la gema más preciosa;
va escarbando el alma el vate con su pluma generosa:
¡Hasta atrapar la belleza que en su interior se escondía!
Cual luciérnagas las sílabas van alumbrando el camino
y en su titilar lo siembran con estelas y murmullos;
extasiado mira el bardo cómo se abren en capullos:
¡Los versos que va zurciendo sobre el virgen pergamino!
Y al ritmo de las estrofas el corazón se alboroza,
montando él mismo la fiesta, con genuinos comensales
que siempre acuden galantes, precisos y muy geniales:
¡Formando en unión perfecta la más lúcida carroza!
Va despertando el juglar, por doquier que alegre pasa,
un abanico sonoro, de pasiones y alabanzas
que en las mentes de los hombres, convertir quiere en romanzas:
¡Y es así como orgulloso les muestra a todos su casa!
JAIME IGNACIO JARAMILLO CORRALES
Condorandino.