Madrugada de dolor,
aquella en que la droga
como carcoma de los huesos
alzó su espada y venció.
Y la joven sin hogar
que clamaba llorando
por protección,
de la alta ventana
se arrojó.
Quizás ya muy tarde
se arrepintió
y quiso aferrarse a la nada;
mas su cuerpo cayó al vacío.
Un ruido impactante
despertó a los vecinos,
y es que esa joven
hacía más de una década
consumía crack y cocaína.
Tenía una niña de cuatro años
a la que daba mala vida
en casas clandestinas,
donde pronto la abandonó.
Llenaban su mente
alucinaciones de terror.
Guerreaba contra esperpentos
que la enfermaron de depresión.
Atrapada en la oscuridad,
la salida jamás halló
a pesar de que personas
bien intencionadas
le llevaron la Palabra de Dios.
Ella se burlaba
y los llamaba \"locos\".
Finalmente en una sobredosis,
se suicidó.
Cuentan que hoy su inocente hija
le ha escrito una carta
que en un cofrecito guardó,
diciendo con trémula voz:
\"Cuando mamita regrese
le entregaré esta carta
donde pinté un corazón\".
Ingrid Zetterberg
De mi poemario:
\"Inspiraciones de mi nostalgia\"
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