Bordados los manantiales,
con reflejos de confianza.
Correteando por los valles,
alimentando las plantas.
Surcan sinceras las aguas,
en la verdad transparente,
que reflejan sus miradas.
En el borde de los sueños,
se detienen las palabras.
Dejando los sentimientos,
que velen la madrugada.
Avanzando los recuerdos,
soñados entre las sábanas.
Se revuelven en silencio,
como promesas guardadas.
Las ilusiones dormidas,
en los confines del alma.
Promesas de tiempos nuevos,
en el recuerdo olvidadas.
Viejas frases anotadas,
en las invisibles páginas.
La canción se hizo de carne.
De carne de aquellos labios.
Que dijeron las palabras,
precisas para lograrlo.
En el instante preciso,
que salían de los labios.
La canción tomo la forma,
de un perfecto ser humano.
Cálida mirada surge,
de los ojos que soñamos.
Atrapados en la imagen,
como guirnaldas colgando.
Libres en el infinito.
Más presos en las miradas,
de los que quieren amarlos.
Atrapados en los sueños.
Como crisálidas bellas,
reas en su receptáculo.
En el borde de los sueños,
se acunan los desengaños.
Que abrazados al olvido.
En la brisa de los tiempos,
se disuelven como soplos,
desprendidos de los labios.
Perdidos en los confines,
de los recuerdos soñados.
Un hálito de esperanza,
atraviesa los candados.
Como mágicos violines,
a sus notas afilando.
Dando luz a las tinieblas,
en las que presos estamos.
A. L.
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