oscar perdomo marin

Y tuve tiempo de pensar en tí

Oscar Perdomo Marín

 

Y tuve tiempo de pensar en ti

 

   La ciudad me peló los dientes. Entre basura, huecos y polvo, buhoneros, marchantes y carteristas, caminé casi a empujones. Al fin, encontré un cafetín y entre aromas de sudor, pimienta, comino y manteca saboreé la gloria de la mañana y tuve tiempo de pensar en ti.

  Me abrí espacio con los ojos sobre la abigarrada cola de vehículos entre gritos y perros macilentos y cariñosos, velando los desperdicios de los ventorrillos de fritangas, el viejo de las muletas, la angustia de la prisa y tuve tiempo de pensar en ti.

  Como siempre, la ciudad fue un descubrimiento. La existencia de las cosas es inexistente porque estas cambian de lugar o se borran cada día. Yo sentí que me miraba coqueta y despreciativa. Escuché cuando me dijo: “tómame” y tuve tiempo de pensar en ti.

   La ciudad me regaló sus claroscuros, los contornos marcados  de concreto y hollín. En su vientre descubrí la vejez prematura de un niño de la calle, la mirada agresiva de mil rostros, la dulzura coqueta de un montón de mujeres y tuve tiempo de pensar en ti.

  Encontré el surrealismo de una urbe abstracta y concreta, el absurdo de amar el caos; la adrenalina de la violencia y el miedo; la incertidumbre del día que se agota, la noche que siempre llega llena de gritos y silencios y tuve tiempo de pensar en ti.