Quisiera ser Dios,
para estar contigo a cada instante,
Quisiera ser tu ángel de la guarda,
para dibujar el sendero de tus pasos,
Quisiera ser tu hada madrina,
para arrancar la maldad de tu camino.
Pero solo soy tu madre,
Y con las manos atadas,
debo llorar por tu destino.
Se que minuto a minuto te estoy perdiendo.
Se que tu vida se me escapa de las manos.
Mi corazón agotado, llora, pide, ruega,
que la maldita droga se aleje de tu lado.
Es muy grande mi penuria y no la siento,
todos los caminos se me cierran,
sin embargo puerta por puerta
sigo golpeando.
Estoy sola y mi vida ya no importa,
es la tuya la que veo que se acorta.
Tu cuerpo tiembla, tu mente vuela
y yo en medio de la nada me debato.
Tu mirada se pierde... no me ves,
pero yo hijo mio, si te veo
y lucharé a pesar de mi vejez,
dia a dia, para apagar ese fuego.
El fuego que te consume
el fuego que te enferma,
el fuego que te mata.
Y a Dios le pido, hijo mio,
que te saque de toda esa miseria
y vuelvas a ser el que eras antes.
Maria Hodunok