Alquimista por vocación, mago con trampa y cartón.
Desayunaba en en el mismo escenario del crimen, planeando la estrategia.
Vestía el anzuelo con bellas sedas,
y tenía siempre un as en la manga.
Conquistaba el corazón anulando los sentidos.
Con mucho tacto y total discreción,
despertaba en la víctima sus propios anhelos.
Realizaba en ella sus más sentidas fantasías.
Cumplido el hechizo, recuperaba ella su vida,
y desaparecía.
Llevando bajo la piel el código de acceso.