Mi alma penitente por ti lloró
en esta helada noche solitaria,
donde mi fé era una fiel partidaria
del amor que mi corazón ansió.
De cruzar la más estepa llanura,
navegar el más correntoso río,
recorrer todo el andes con su frío
y de los manglares con su espesura.
Llegar a tu ventana y bajo el cielo
recitarte poemas de neruda,
contemplandote de ti bella hermosura.
Arriesgando a que nos mire tu padre,
arriesgando la vida por un instante
que miro tu belleza terrenal.