Muros de polvareda
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No me sueltes la mano todavía
que eres todo lo bueno que respiro,
y sella otra victoria en el papiro
sin soltarme la mano, vida mía.
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Quiero ver en tu cara la alegría
y la luz de tus ojos si te miro,
que tus labios me besen si suspiro
por temor a perder tu compañía.
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Eres madre la cuna de mis sueños,
la fábrica de grandes y pequeños
milagros, conseguidos con amor.
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No me sueltes la mano por favor,
que se acerca una densa polvareda
y tras sus muros, poco es lo que queda.