Todos me veían, mas nadie me quería,
intemperie y tinieblas eran mi refugio y sustento.
Hasta que tu silencio y sonrisa me iluminaron.
Me llamaste por mi nombre y fui libre.
Recorrimos campos e industrias, puertos y minas.
Como la vida es relojera, sólo nos reímos con ella.
Soy el rumor de los niños en el parque,
no importa que tan pronto o tarde mueras,
aprende del rictus de mi cola,
contempla el suspiro de mis ojos.
En el desierto o en la guerra,
hasta el mismo Infierno te seguiré.
Tú lo tienes todo,
yo… sólo te tengo a ti.