No moriré en París como el gran poeta
que arrebató del tiempo su condena;
solo te amaré, sin presagiar pena,
la noche en que el recuerdo se completa.
Será cualquier día de la harta semana;
ya no me importa siquiera que llueva,
mientras reciba una caricia nueva
que estimule mi ardiente parte humana.
Apartaré de ti la triste bruma
con versos que vayan alimentando
al amor para que no se consuma.
Gran amor nunca has muerto, titubeando
te llevo con el viento, mi suave pluma,
sabedor de que tú me estas deseando.