Soy víctima de una vida a la que no pedí venir
pero también soy cómplice de las alegrías y tristezas que a lo largo del camino han de surgir.
Soy víctima de un sistema mal obrado
que, a pesar de todo, yo acabo siendo el que ha fallado.
Soy cómplice de mis metas
que muchas veces, no suelen ser en línea recta.
Soy víctima de la sociedad que me rodea
con sus estereotipos que, a mí, me marean.
Soy cómplice de mis vómitos de honestidad
con todas sus inesperadas vueltas bruscas y palabras de más.
Soy víctima de la esclavitud sin cadenas
que para mantenernos amaestrados existen muchas maneras.
Soy cómplice del amor,
no porque quiera, sino porque es un trabajo de dos.
Soy víctima del tiempo que nunca perdona
incluyendo a sus secuaces el \"hubiera\", el \"ojalá\" y la \"nostalgia\" que donde quiera se estaciona.
Soy cómplice de la flojera y de buscar siempre lo más sencillo
no es una relación que me enorgullezca, sin embargo, en mis ratos libre, le saco brillo.
Soy víctima de esos abrazos que me saben a despedida
porque lo más duro es dar una relación por perdida.
Soy cómplice del silencio, de ese que incomoda
del que calla en clases, porque simplemente a el, no le ilusiona.
Soy víctima de un espejo que me mira
con su mirada tan seria, pero a la vez tan presumida.
Soy cómplice del lápiz, que muchas veces no sabe que hablar
pero también soy víctima de la tinta, que muchas veces habla de más.