La tentación late.
Si supiera el mar de mi ansiada calma,
si conociera la intención deseada…
Doblegarme a su palabra
sin medir el dolor
que con ello cause a mi mundo.
Todo por un amor.
Porque me abrace
y me envuelva con su candor.
Me enjaule en su pecho,
en el Edén de su calor.
Por la suavidad de su piel,
que me invita a vivir en ella, ¡Bienvenida seas!
Por su beso,
sus labios, su boca,
el tibio roce con su lengua,
que veo a veces tan cerca.
Me aniquilo con una
visión traicionera.
Si supiera el mar sobre el destino
del azul de mi alma.
Si supiera el mar que ese azul le busca
entre las palabras.
Palabras que no son las suyas,
pues él siempre calla.
Y las mías, en tanto tristes, en tanto ilusionadas, colmadas de miedo, enamoradas, entre la duda y la esperanza,
sin cesar en su amor
le llaman.
Eva.