Su patria era un campo sin fronteras
y solía ocurrir lo inesperado,
salvo que un negro se volviera blanco
o que un blanco se tornara negro.
Sus geniales pilatunas, sin embargo,
carecieron del apoyo matemático,
pero supo aprovechar las circunstancias
al faltarle suficientes contendores.
Unos piensan que Tomás fue iluminado,
otros dicen que producto del azar.
Lo cierto es que atacó tales rumores
con algo muy sencillo y contundente:
permitir que los frutos se maduren
sin dañarlos cuando verdes en el árbol.