Estuvimos dormidos en ojos de palomas
soñando los colores
cautivos de los vientres
montañosos de esta monocromática ciudad.
Soñamos que partimos sin quedarnos
y partimos quedándonos. Palpitamos
el centro de la esfera
y tan solo fuimos polvo
de estrellas fugitivas escapadas
de tambores y cuerdas
pulsadas por músicos silenciosos
percudidos de insomnio en paredes antiguas.
Estuvimos dormidos y de pronto
despertamos: ¿Qué trajimos? ¿Dónde estuvimos?
¿Quién ordenó que asumamos las encuestas
de las preguntas perversas?
¿Quien ordenó el regreso
de todos los sobresaltos?
¿O estuvimos soñando que partimos?