Hugo Emilio Ocanto

*** Amor, tus praderas y bosques *** - Poema - - Autor: Antero - - Interpreta: Hugo Emilio Ocanto - - Grabado -

Aquí estoy, a tu lado me tienes

llevando entre mis manos

el peso de un amor atrapado.

Un amor que se deja llevar

y en su vuelo te extraña

y te canta…

 

-Me hace soñar,

cuando vivir en Ella,

en esa realidad soñada,

y me alumbra con el relucir

de su dorada sonrisa dorada,

que se encienden las farolas

de mi calle y te veo venir

como la reina de mi alcoba.

 

También me hace soñar,

imaginar en ese sueño tan real,

que estando callada

con la mirada

prendida en algún lugar

de su alma,

son deseos de mujer

enamorada,

de mujer apasionada

del amor y la vida,

los destellos dorados

que reflejan esas miradas,

ríos de esperanza,

fuente donde sacia

la sed de amar y ser amada.

 

Toda en Ella es como soñar,

imaginar que se ilumina

la noche más oscura,

y en el claro día que alumbra,

ver como torna a la vida

la belleza prendida

en frondosas praderas,

las que siguen plateadas de luna,

relucientes de perlas.

Es en ese mi existir de ensueño,

tendido en la verde esperanza,

donde veo pasar las estrellas,

y las miro tan cercanas,

que, si alzara mis manos,

hasta podría tocarlas.

 

-Me gusta pensar,

por siempre amada,

que de la nada,

soy capaz de crear

un lazo invisible

entre tu sombra

y mi orilla,

entre las húmedas praderas

y tu cuerpo tangible:

-sombra prolongada

de palmera orgullosa

que, en la arena de mi playa,

puedo besar

y te beso

con cada una de las olas

de mi boca de mar.

Mi cuerpo salado y alborotado,

tan deseoso de tus encantos,

tan apasionadamente enamorado,

que no sabe del fin de los tiempos,

en la sombra de tu cuerpo infinito

donde se unen miradas y sonrisas,

en ese lugar de encuentro,

donde habitan mis apasionados sueños,

ahí, y al instante, siempre te tengo.

 

 

-Me encanta sentir,

visualizar,

aspirar,

respirar,

saborear,

experimentar,

presentir,

que los aromas que despiertan

en mis mañanas:

el jazmín,

la canela,

la rosa,

la hierba mojada,

vienen de la sombra

de aquella palmera frondosa

que orgullosa desprende

la esencia de la belleza,

tú, que cuelgas es tus brazos

las semillas de la vida,

esa dorada existencia

madura y apetitosa,

deseosa de ser comida.

 

 

-Me cautiva fantasear,

que,

al desear ser en ti

algo más que una brisa pasajera,

muchos más que un efímero beso,

despierto los sueños de amor

en el acompasado latir

de un sentir dormido que espera

apoyado en el alféizar de los sueños

un nuevo amanecer, repleto

del bello canto que la pasión plena

es capaz de explorar en las bellas

melodías que componen tus manos.

 

Y es que mi alma,

al extrañarte tanto,

de tanto pensarte:

 

-me abarcas-

-me invades-

-me cambias-

-me inventas-

-me modelas-

-me moldeas-

-y en esos pensamientos,

que son tuyos,

-en todas esas vivencias,

me inventas cuando me miras,

y al ser tu mirada precursora

de cuantos perfiles delimitan

los contornos de mi vida,

de esa manera,

con tu mirada de cielos abiertos

se transforman mis sentidos

y me conviertes

en un traductor de códigos,

que, exprimiendo cada coma,

explorando cada espacio,

trata de percibir los secretos

que vuelan entre las palabras,

esas que agrupadas en versos

como fascinantes ingredientes,

son para mis interrogantes,

la paloma mensajera que llega

con un mensaje prendido en sus alas:

“la llave que abre las puertas

de mi vida,

se encuentra en tu conciencia dormida”

 

Es entonces que despierta

esa vida aletargada y muda

cuando llegan tus palabras,

haciendo que las mías,

en la intimidad del pensamiento,

se troquelen,

tomen tu cuerpo

y en mis contornos,

frontera de mi vida con la tuya,

te hagas visibles

con el regocijo del condenado

que es perdonado.

 

Cuando llegas de improviso,

cuando te asomas

al balcón de mis palabras,

tus negras pestañas negras,

se abren,

te sonríes,

miras a lo lejos 

y te quedas pensando,

buscando en el horizonte,

tal vez que una luz que me delate,

es entonces que los ruidos,

por la profundidad de tu mirada,

se desvanecen,

el silencio me envuelve

y como sombra alargada

que no lo es tanto

cuando me nombras,

busca en tu horizonte las huellas

que voy dejando

porque al ser tú mi estrella,

eres a la vez la estela luminosa

que me identifica.

Es por eso

que procuro dilatar los sueños,

para que los versos,

-que son los tuyos-

se sucedan

como notas sin pausas,

en el deseo de que las oigas,

reclines tu vida en la mía

y recostada sobre ella,

pienses y me respondas.

 

Respuesta soñada

 

Cómo me llegan tus notas,

-y tu resplandor-

cómo de altas y claras,

-con cuanta luz

de tan ardiente amor-

y clarificadoras,

tanto que son aliento quemando mis labios,

calor derritiendo la cera de mi piel,

energía de vida para mis pétalos dormidos,

-mis negras pestañas negras

se abren como flores en primavera

cuando la luz del sol,

-que es la tuya-

las acaricia con esos rayos de amor.

Son tus notas las que llegan

con reflejos dorados

abriendo de par en par las puertas

de mi conciencia dormida,

y me llegan

bañadas de esa bella melodía

con sabor salado

de una mar en calma,

donde en sus orillas,

me cantan sirenas

acompañadas

de un coro de caracolas

que en las pausas me besan

con besos apasionados.

 

Un corazón despierta en la magia

de las palabras encantadas,

y entonando con amor su balada,

sueña con su amada…

 

Por oírte decir eso

por saber de tus labios abiertos,

las palabras,

-mi amor más querido y soñado-

se hacen interminables,

y para interminablemente tenerte,

es ya,

que en esa playa que acaricia

con sus olas blancas y saladas

tu piel de seda aterciopelada,

será como un caudal inagotable,

un río interminable de cristalinas aguas,

que colmarán cuanto de imposible haya

en los deseos sedientos que te callas.

Y cuando al llegar a tus orillas,

adivine lo que te falta,

convertiré todos los silencios

en una bella melodía encantada,

la escribiré en el libro blanco de tu vida,

compondré las notas con tu sonrisa,

con tu mirada cautivadora,

luego, cuando esté acabada,

pero interminable,

abrazaré tu cintura,

y bailaremos al compás de tu aliento

con mis acordes.

Y en los espacios en blanco,

en las pausas,

besaré tus labios

los besaré con tanto amor,

tan profundamente,

como aquel paisaje que se prolonga

y se une en el horizonte,

esa maravillosa vista

que son tus praderas, tus bosques:

frondosas,

fecundos,

tupidos,

hermosas.

 

Mujer enamorada, apasionada de la vida

que habitas en las cuevas de los sueños,

enciende el fuego para que el frío invierno,

con tu presencia, sea una eterna primavera.