Apenas te he dejado,
vas en mí, cristalina
o temblorosa,
o inquieta, herida por mi mismo
o colmada de amor, como cuando tus ojos
se cierran sobre el don de la vida
que sin cesar te entrego.
Me dejaste
y soy transparencia;
ala de luciérnaga
que añora la luz de tu alma,
que hiere,
que me desangra;
y vuelvo transida de amor
hacia tus brazos;
mientras con mis ojos cerrados
fluye dentro de mí
toda la esencia vital
que en mi ser derramaste.
Amor mío,
nos hemos encontrado
sedientos y nos hemos
bebida toda el agua y la sangre,
nos encontramos
con hambre
y nos mordimos
como el fuego muerde,
dejándonos heridas.
Amado,
tú y yo sedientos de placer;
con hambre desbocado
hemos bebido
del dulce manantial
que emana
de nuestras escondidas ansias;
quemándonos en la flama
de nuestra pasión
convertida en viva llaga.
Pero espérame,
guárdame tu dulzura.
Yo te daré también
una rosa.
Te esperaré
con todo mi amor
incendiando el ocaso...
y guardaré para ti un clavel.
Pablo Neruda - Ingrid Zetterberg
De mi poemario:
\"Sendero de Inspiración\"
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