I
Por el mundo huelen restos,
resoplan académicos,
duelistas políticos abren tumbas,
para repatriar a los poetas con honores
en los pueblos donde comenzó el infierno.
La osamenta de Cervantes se perdió
en la iglesia madrileña de Las Trinitarias.
En la búsqueda señalan:
Poco antes de morir le quedaban seis dientes.
Herido en la batalla de Lepanto,
entre turcos otomanos y la Liga Santa,
a bordo del buque La Marquesa,
recibió tres disparos:
dos perdigones de un fusil arcabuz
le atraviesan el pecho
y otro la mano izquierda.
Se busca a un hombre de mano atrofiada,
mala dentadura, agujereado
por molinos de viento.
Lérmontov cabalgó el Cáucaso,
mas murió en duelo
a los veinte y seis años.
Quiso el diablo ruso que tuviese
el pecho roto por una bala
y se desplomara al abismo
sobre un cementerio de caballos.
De él, se discute la herradura.
A Juan Ramón Jiménez desenterraron
en Puerto Rico,
muy liado a las raíces de una palma.
A Neruda lo pulverizaron
en laboratorios
en busca de arsénico.
Afirman que Antonio Machado
no debería pastorear en Colliure
sino en Sevilla, donde las fiestas duran
más de una semana.
María Kodama impidió
trasladar a la Argentina
el unguis o lagrimal de Borges.
En Plainpalais reposa su temporal,
bajo la loza húmeda
como el invierno de Ginebra,
se convierte en la arenilla
que deambula Buenos Aires
y ciega la gran ciudad.
Georgette se enfrentó a militares
por el cúbito, el radio y el carpo
de César Vallejo, anunciador
de aguaceros en Montparnasse.
Perú espera su llegada
para bautizar las llamas
aterciopeladas de los Andes.
¿El esternón de Joseph Conrad
será exhumado de Canterbury,
volverá a Polonia
mientras resuena
Chopin en la radio?
¿John Keats despoblará Roma
regalará un sacro a Londres,
sacro que legalizará la marihuana
en el barrio de Soho?
¿El gran dorsal de Eugene Ionesco
se desintegrará en el carromato
que le conduce a Rumanía?
¿La primera, segunda, tercera, cuarta,
quinta vértebra lumbar
de Wilde, Joyce, Beckett
serán amuletos para Irlanda?
¿El irlandés que porte un fragmento
pateará el muro que divide la nación?
¿Putin saborea el menisco de Nabokov?
Lo dudo, Vladimir persigue
mariposas en Montreux.
Rimbaud, Salinas, Kipling,
Cortázar, Bolaño, Cernuda,
Nogales yacen en tumbas sin nombre
del Fulham Cemetery,
Blanco White, entre lilas, en Liverpool.
¿Comparecerán en Tribunales,
serán llamados al orden, machacados
hasta que evidencien legitimidad?
Los poetas muertos esperan un reclamo,
del metacarpo ascienden florecillas
que repueblan la tierra
que nunca dio tregua.
II
David Lago González se pasea
en las noches calurosas de Madrid
y silba a los poetas cubanos
que nadie solicita.
Exiliados, condenados al limbo
por jóvenes que desean
borrar el siglo y atarugarse
de pechugas de oveja.
Demasiados muertos
del Este escalofrían,
dicen bajo palmeras del Norte,
sacudiendo las manos como abanicos.
Yo no tendré tumba, tampoco soy poeta.
He pagado a críticos para que no me nombren,
he amenazado a compiladores de antologías
para que me omitan,
he dicho horrores y mentado
a escribidores
y ahora, como si fuera poco,
me arrastro en busca del cementerio
que nunca he visto,
donde duermen
los míos,
me hago pasar por loca
cuando en realidad muero
como perra
sin nombre.
Del Cuaderno Zupia, 2016
Editions Hoy no he visto el paraíso
¿Qué soy para ti, qué soy yo, patria mía?
Un débil, un enfermo a quien su madre,
con una tonada triste, desesperada,
acuna entre sus pacientes brazos.
Hölderlin, El laurel