Estoy viendo los poemas
escritos como una confesión
ineludible realidad del amor
nacido hace un tiempo.
Los papeles amarillentos
acunan las palabras de negras letras
que leo como si fuesen de otro
celoso de tu recuerdo.
Son borrosas, no las comprendo
recorriendo el cuello
dejando susurros
y besos peregrinos de un altar.
Son hojas, abandonadas
solas de oportunidad
que ni yo mismo
reconozco mías.
Tu cuerpo, desprevenido en el sueño
deja transitar mi mano
la respiración se acompasa
en tu lento suspiro.
Cada palabra escrita
son las primeras gotas
de la tormenta previsible
iniciado de vientos y labios.
Hasta que todo se hace uno
en un temporal
desbastador y potente
la naturaleza termina en calma.
Sí recuerdo haberlo escrito
como si fuese respirar
y con los ojos cansados
guardo los papeles, en el cajón cerrado.