Invierno
que caminas tan en mí,
que vas sereno
a pasos lentos...
Yo quiero aquilatarte
en tu magna tristeza,
ahora que los días
llueven grises
en mi alma quieta.
Hay voces que susurran
que eres mi verano
ocultándote detrás
de la cortina del tiempo.
Pero ese soplo yo lo rechazo.
Porque tú, mi invierno dulce
con aroma a café humeante;
con tibieza de bufandas
tejidas por mis manos;
invierno con sabor a lágrimas
que invitan los recuerdos,
eres el amo...
el que suplantó con porfía
al otoño y sus heridas.
Soy feliz porque me rodean
tus gélidos brazos
y me obsequias días amables
entre Julio y Agosto
para sentirte...
Tus besos helados
recorren mi piel añeja
y eso me basta para arroparme
en mi lecho de tibiezas;
cobijas y mantas
serán mi delicia
mientras duermo enredada en tus lazos.
Invierno...
siempre serás
el dueño de mis versos.
Te lo digo ahora
en secreto...
aunque por allí
las voces murmuren
que eres mi verano...
No, tú eres el día grisáceo
que corona mi testa
de lloviznas azules,
perladas.
Tú eres el que una tarde de Agosto
me aguardará con rosas blancas
recién regadas
con el rocío de tus manos.
Tú eres mi amigo eterno;
oh, invierno,
y de mi huerto eres el amo.
Ingrid Zetterberg
De mi poemario:
\"Inspiraciones de mi nostalgia\"
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