Rompe la ola,
su furia sobre la roca.
La fuerza que la conmueve,
deja en la roca su impronta.
En busca de su principio.
El origen que la forma.
Golpea rítmicamente,
como marca la marea.
Frenéticamente entra,
en busca de la respuesta.
Flota la idea en el aire,
que escupe la inteligencia.
Proyectándola a lo lejos,
para tenerla más cerca.
Sometida a los vaivenes,
de eternas fuerzas ajenas.
La idea atraviesa muros,
sin apenas darse cuenta.
Al recorrer otros mundos,
se dota de su grandeza.
Van golpeando las palabras,
en la mente en que se crean.
Rebotando como gotas.
Horadando la materia.
Succionando voluntades,
que plácidamente aceptan.
Enamorando a los órganos,
de las verdades efímeras.
Componiendo melodías,
para una perfecta orquesta.
El Sol se ha vuelto de bronce.
La Luna de pura tierra.
Sus miradas son de brisa,
que al Universo golpean.
En sus rayos generosos,
se adivina la conciencia.
Los sueños que se forjaron,
en su patente presencia.
Devorando y dando vida.
Como la voz de la Tierra.
Remodelando los ecos,
de la sangre que se altera.
Dando color a los ojos,
que se esconden en la niebla.
Soportan las bofetadas,
los rostros de las muñecas.
En su raíz impertérritas.
Como juguetes de feria.
Sin vísceras que se ablanden,
del furor que las golpea.
Aparentemente fuertes,
en sus frágiles materias.
Buscando un soplo de vida.
Un resto de inteligencia.
Golpea rítmicamente,
el tiempo en su enorme fuerza.
En busca de los orígenes,
que enmascaran las conciencias.
Machaconamente terco.
En su capa de inocencia.
Delibera con las sombras,
y con las luces se acuesta.
Principio y fin del principio,
Del núcleo que nos empeña.
Paso a paso entre la bruma,
la verdad se manifiesta.
A. L.
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