Cinco crisantemos lloran en la noche,
desechan sus pétalos en el agua ardiente
donde la ciudad se arrepiente de sus penas.
La noche pide a gritos otra tormenta,
para doblegar a los hombres con su canto.
Avenidas y palacios gritan soledad
un rito que no salva a los misterios
de la primavera inevitable.
Cinco crisantemos blancos duermen
en mi copa como diosas sumergidas
en el corazón de un volcán.
Llaman a la puerta.
La copa estalla.
Una cascada
enciende la noche.
Llaman a la puerta.
Silencio.
Cinco crisantemos desojados
advierten el paso de otra alma
por el inagotable infinito del amor.