Cuando creí haberte encontrado,
ya te estabas alejando.
Lo peor, que no quieres darte cuenta.
Siento que mis sueños
se deshacen como aquel castillo
que construimos en la playa,
imaginando nuestro hogar, que ahora
no es más, que un montón
de arena que se está tragando el agua.
Y una ola salada, forman mis lágrimas,
que suben y bajan con la marea
y tú, la luna que con mi mar hace magia.
Cuando en mí te bañas,
me vuelvo espuma blanca, cuando
de nadar te cansas, te espero
y es mi orilla, brisa y calma, donde rompen
todas las olas, pero ninguna te trae
de vuelta y la pena moja mi alma a la espera.
Ahora sé que no he de buscarte,
ni esperar que ningún
otro río venga a morir a mis aguas,
ni el que estés o te vayas,
debe enturbiar la sed cristalina
que sacias cuando me subes a tu barca…
¡Rema, nada, sube, baja!
Yo seré siempre, el inmenso azul
de tu océano que impaciente
te ama y te aguarda...
Pilar González Navarro
Julio 2018.