No sabía que yo estaba contigo en el cielo,
hasta que tú me lo susurraste al oído,
por lo cual tu nombre lo aparto como la perla de gran valor.
Vienes a mi, sin errores, sin casualidades, sin requerimientos,
haciendo siempre en el presente, todo lo que es completo y perfecto.
Me das lo que necesito, sin necesidad de pedirtelo. Tú acudes a mi vida siempre solícito,
y me contagias con esa dadivosidad que permea todo este cielo,
librándome del los espejismos de mis carencias, de mis rechazos, de mis soledades y de mis abandonos.
Porque estás conmigo, más alla del tiempo y del espacio, más alla de las dimensiones conocidas y desconocidas.
Porque estás por siempre y para siempre en Mi.
Gracias, Amor Mío, único e indivisible.