Era el viento una tibia caricia de última hora, en aquellas frías tardes de febrero. Me regalaba tus palabras cada vez que me asomaba con alas a tu presente.
Unas veces me regalaba paz, otras añoranza, otras tardes me regalaba el dulce de tu voz o tan solo me traía tu mirada. He de confesarte que en todas, sin tú quererlo y sin yo pretenderlo, consiguio que prenda por ti enamorada.
Eva