Señora mía, usted es dueña
De mi mente y dueña de mi ser,
La que se ha robado mis pensamientos
La mujer que me hace enloquecer.
Durante las noches en mis sueños la veo
Y al destino ruego, siempre poderla tener,
Como ese niño que pide un deseo
Como un pasajero que espera su tren.
Puede el sol morir y nacer a su antojo
Que yo no voy a dejarla de querer,
Ni, aunque la vida me mire con enojo
Por el más valioso tesoro poseer.
Nunca saldrá de mis pensamientos
Aunque la muerte me quiera vencer
Porque iría hasta lo más alto del cielo
Y eternamente me entregaría a sus pies.
-letras de un triste soñador-
-nako el poeta-