Encuentro una forma de llegar a tu raíz.
Comprender las luces que brotan
de los ataúdes guardados en tus ojos.
Me reburujo en la sonrisa torcida
marcada con signos y mayúsculas
en el rostro divino de tu florecer.
No comprendo las palabras mudas
siempre marcadas con tus fantasmas.
Tus muertos hablan y no callan
¿Quieres revivirlos bajo mi pestaña?
Bien, deja que florezca otra sonrisa
con ojos algo menos espectrales
sin demonios ni condones rotos.
Ven, escuchemos el silencio del mar.
A pausas entre cada ola morirás.
La luna me ayudará a darte alas.
En cada intento de muerte un beso;
por supuesto también la tormenta
con su conferencia de nubes grises
y lluvia.