La amante amada.
Cuando ni el sol te enrojecía
el rostro mejor que yo,
entendí que un beso valía
por una esencia interior.
Por una esencia interior
un alma voló a tus brazos:
la tuya se desnudó
y el aire forjó un regazo.
El aire forjó un regazo
y el viento nos dio un futuro:
tus pasos fueron mis pasos
y todos los míos... tuyos.
Cuando ni la noche percibía
tus sueños mejor que yo,
entendí cómo fue ese día
la vez que te di mi amor.
La vez que te di mi amor
la noche no entendió nada:
la luz nos prendió a los dos
y un astro nos envidiaba.
Un astro nos envidiaba
en cielos enardecidos
por ver a la amante amada
hundida en los brazos míos.
A Claudia Jara.