dentro de un enorme océano de llantos
tan profundo y sutil como el amanecer,
vierten enormes temores de espantos,
de muerte o de romances por renacer.
y en la tranquilidad de un cielo claro
hay un rostro muy risueño y coqueto,
la vertiente mirada, humilde amparo,
la creciente misma de algo cierto.
dentro de la mirada brava y silente,
dentro del corazón erróneo delirante,
dentro de la sonrisa amarga y valiente
hay ojos claros cual claros diamantes.
y en la tempestad de la noche oscura,
bajo los cristales nacientes del cielo,
bajo los sentimientos llenos de locura,
de feminidad, de la lujuria o de el celo.
bajo la mirada de millones de almas,
entre el susurro de voces calladas,
en la tierra las rosas (esas que amas)
de miel de oro, sutiles. nunca halladas.
y en lo plural de un sueño celeste,
en la cúspide de todo monte creciente,
hay estrellas que brillan desde el este,
de azules cantos y miradas pacientes.
semidiós de largos vestidos elegantes
que se pasea orgulloso en su aposento,
dueño de estrellas y de rosas fragantes,
de versos sutiles y verbos sin acento.
Ricardo Manzanarez (Nicaragüense)