-imagina.:
Van acaiciando mis manos
la llanura inmensa, morena,
de tu ardiente cuerpo.
Succiono suavemente
los pétalos, mecidos por la brisa,
de amapolas que se balancean
al roce de mis dedos.
Voy bajando hasta el monte venusiano
-hoyuelo hundido-;
paso el desfiladero del Placer,
mimando la corola virginal
de una flor erecta en la cúspide
del triángulo;
paseo entre las columnas de simetría,
rozando sedas
de terciopelo...
..........
Van tus manos paseando mi piel
-suavemente pellizcas
las dos puntitas
que tenues se alzan
a ambos lados del valle,
desparramando
tus dedos por encima-;
apuñas
el florido árbol
que se levanta
-abres y cierras
las yemas de su extremo-;
entre dedos aprietas
cuán delicadamente
el glande del fruto.
Labios y boca
lamen ansiosos
la flor de Líbano.
...
Unidos rosa y clavel
se fusionan en una sola esencia
de abrazo
-la madrugada
está de parto...-
(Salvador)