Las luces de la ciudad
iluminan el momento,
del encuentro de dos jóvenes,
distendidos y risueños,
que, con ansias y escondidos,
buscan el soñado beso.
Es un lugar solitario,
no quieren estar expuestos;
travesuras juveniles,
con un gran atrevimiento.
La montaña a sus espaldas,
luce su color argento,
son brochazos de la luna,
dignos del mejor boceto,
es un marco esplendoroso,
un momento picaresco,
que vivirá para siempre
siendo motivo de versos.
Viven con mucha alegría
se juran amor eterno,
levitan entre las nubes,
donde viven dulces sueños,
tienen sensibilidad,
disfrutando de sus cuerpos.
La vida trae sorpresas,
presenta varios senderos,
que divide los destinos,
enseña: nada es perpetuo,
ni existe la perfección,
tampoco el amor eterno.
Triste y cruel la circunstancia,
en un abismo cayeron,
no lograron mantener,
aquel mágico comienzo.
Hoy con los cabellos blancos,
ocurre especial evento,
y se cruzaron miradas,
¡Lágrimas se llevó el viento!