Cuantos pensamientos me llevan a tu lado, cuantas emociones se abren caprichosas y furtivas, a cada latido del saberte alcanzable pese a lo lejana.
Pensar, que basta una corta palabra tuya para que nuestros cuerpos ocupen el mismo lugar en el mapa, y allí, en ese diminuto punto, se centre de golpe un universo entero de anhelos materializados.
Poder entonces, centrados en espacio y tiempo, dirimir éstas pasiones, que se apretujan como pueden en este pecho mio, que ya va quedando pequeño para guardar tanto amor, tanto cariño, tantos abrazos, que se congregan como multitud curiosa, para al menor sonido de tu voz, avalanzarse hacia ti, en el afán de convocar tu encanto, para que se desate al fin la primavera.
Por suerte, el tiempo transcurre, y navega disolviéndose ante los ojos y la impaciencia, angustias de nuestras noches; y sé que esa palabra, la que nos apura, será al fin pronunciada, como clarín llamando a filas a nuestros corazones, que habrán de sintonizarse, y poner sus batallones de venas y sangre, firmes y dispuestos.
Podremos tener, todo lo que nos guardamos, todo lo que crece y respira, para que en la hora de ese vernos, no existan sentimientos perdidos en el campo de batalla, que será tu pecho confrontado con el pecho mio.
Eduardo A. Bello Martínez
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